La verdadera historia del Puente del Diablo

Hay una leyenda muy conocida respecto a este puente, pero la realidad dista mucho.

Este puente se encuentra a seis kilómetros al sudeste de Coatepec.

Su construcción data de finales del siglo XVI, siendo muy probable que se la haya concluido después de 1594.

Don Francisco Hernández de la Higuera, español oriundo de Santibáñez de Béjar, provincia de Salamanca y quien era propietario de la hacienda e ingenio de la Santísima Trinidad financió la construcción de dicho puente.

Para la realización del puente el hacendado azucarero celebró un contrato de obra el 25 de julio de 1594 con el cantero poblano Agustín de Oliva, quien residía en la propia hacienda y se responsabilizó de la construcción.

Unos meses más tarde, en octubre del mismo año, el oficial de cantería Juan Merino, también de Puebla de los Ángeles, se hizo cargo de la obra con un salario de seis reales diarios y bajo la dirección de Oliva.

En la construcción participó una abundante cantidad de fuerza de trabajo y mano de obra indígena. El costo total de la obra ascendió a 7 mil pesos, lo que representaba una cantidad considerable para aquella época.

Su solidez constructiva: dovelas de piedra de cantería labrada y aparejadas a hueso, formando una muy bien aparejada bóveda de cañón corrido. Ésta tiene una altura de 7.20 metros, medida desde el intradós de la clave y el nivel medio de la superficie del río. A su vez, el arco único del puente tiene un claro de 11.0 metros y una longitud de bóveda de 7.80 metros.

Continúa funcionando uniendo a esa población con Las Trancas; cuenta con la suficiente capacidad para que circulen sin problema dos anchos vehículos pesados de carga actuales, en ambos sentidos y en forma simultánea.

A principios de octubre de 2016 se llevaron a cabo algunas tareas de rehabilitación del puente, que consistieron en limpieza y desyerbado de los taludes cercanos del río y la que se encontraba invadiendo ambos costados del puente.

También se solicitó la intervención de especialistas del INAH y de la Secretaría de Infraestructura de Veracruz para que hicieran una evaluación sobre las condiciones estructurales del puente

En relación a su gratuita designación como Puente del Diablo, aparece de nueva cuenta la leyenda acerca de la dificultad para poder levantar dicha estructura pero no es otra cosa que quitar peso a las realizaciones materiales que se antojan complicadas o extraordinarias.

*Apuntes tomados de “Los puentes del diablo y la arquitectura novohispana”, de Guillermo Boils Morales del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM