La historia de la capilla de Nuestra Señora de la Luz

Sucedió que un vecino de Coatepec, el señor Eduardo Navarro, había sido injustamente acusado de un grave delito ante el entonces gobernador, Teodoro A. Dehesa, tras lo cual fue condenado a muerte.

La noche antes de su ejecución el preso se encomendó a la Virgen, rezándole a una estampita que llevaba con él, pidiéndole que convenciera al gobernador de su inocencia.

Mientras, el gobernador se disponía a dormir cuando entró en su estancia una hermosa dama que comenzó a abogar por el condenado. Se sorprendió más cuando ésta desapareció misteriosamente y más aún cuando sus guardias le aseguraron que todas las puertas estaban cerradas con llave y que no habían permitido entrar a nadie.

Se dirigió entonces a la prisión, donde encontró al reo rezando. Le preguntó quién era la dama que le había enviado. Éste le respondió que no había hablado con nadie, tan sólo con la estampa de la Madre Santísima de la Luz. El gobernador miró la imagen y reconoció a la misteriosa mujer. Impresionado, exoneró inmediatamente al ciudadano de sus cargos y lo puso en libertad.

Don Eduardo corrió a Coatepec, donde contó lo sucedido a sus familiares y amigos, quienes decidieron construir una capilla en honor a la Virgen para conmemorar los sucesos. A lo largo de varios años, con donaciones, limosnas, herencias y faenas, se fue construyendo una capilla donde originalmente estuvo guardada la estampa salvadora. Se trata de un gracioso edificio que adorna el hoy por lo mismo llamado barrio de la Luz.