La leyenda de la cueva encantada de Coatepec

Hay una cueva a un lado del camino que lleva al mirador en el Cerro de las Culebras y que, según una leyenda, a través de ella se llegaría a un lugar que contiene un tesoro prehispánico, el cual se encuentra resguardado por una enorme serpiente, que según dicen, sería la responsable de desgracias ocurridas a personas que rondaron dicha cueva.

La describen como una culebra de rugosa, escamada y tosca piel; con ojos relampagueantes, y en su boca un serrucho de filosos dientes; es larga y muy gruesa. Allí permanece enroscada en forma de anillo, sobre una enorme piedra roja, custodiando un tesoro que se trataría de una estatua de oro, de tamaño natural y voluminosa cintura, cuyo interior contiene una inmensa e invaluable variedad de peregrinas perlas y finísimas joyas, que el Dios Ira substrajo de los baúles, estuches y cofres que reyes y emperadores poseían, cuando éstos se negaron a suministrar caritativa ayuda a sus tributarios, en tiempos de una gran carestía de víveres.

Fue el Dios Ira quien escogió el reptil más poderoso y dañino de su reino salvaje y le dio de beber el elixir de la inmortalidad. Le ordenó que por ningún motivo saliera de la cueva y que resguardara día y noche la estatua que él había allí escondido.

Hay muchas historias de las que en algunas no se tiene prueba alguna, como la que a continuación se contará:

Es la historia de una pareja. La novia dudaba de su galán por lo que como prueba de inquebrantable amor, le dijo que fuera a la cueva y que del rincón más profundo le trajera un puñado de musgo y regresara a ofrecérselo como un romántico bouquet de su cariño y de su fidelidad.

El hombre, herido en su orgullo aceptó y fue al día siguiente. Entró a la cueva pero no demoró, aunque para él fueron años pues al salir se encontraba totalmente fuera de sí, con sus cabellos totalmente blancos, labios amoratados, semblante quebrado de arrugas, con el espanto prendido en sus ojos y con un crepitante estertor en su garganta.

Nunca se supo qué vio ya que él nunca supo decirlo, sin embargo murió al poco tiempo del susto pues de de hambre y de inanición.

En cuanto a la novia, se dice que envejeció sin encontrar un hombre que se le declarara.